Sobrevivir riendo

Un rayo de luz se cuela por entre el blackout de mi ventana, haciendo que despierte de un sueño muy profundo. Me levanto con un inmenso afán porque debo llegar a mi primer día de trabajo antes de las 7 de la mañana.

Antier hice la ruta para acostumbrarme a esta nueva rutina y tardé exactamente 37 minutos con 45 segundos en llegar. No diré cuántos milisegundos porque ya sería demasiada obsesión, pero, por si las moscas, fueron 73. Eso significa que debo levantarme a más tardar a las 3:45 de la mañana. ¿Por qué tan temprano? Bueno, porque me tomó 10 minutos revisando el celular en la cama, 5 minutos desperezándome, 5 minutos acariciando a Temis, mi gata, 15 minutos en la ducha, 15 minutos mirando mi cuerpo desnudo y mojado frente al espejo mientras analizo qué nuevos gordos han decidido aparecer en mi abdomen, 15 minutos probándome ropa para elegir la más adecuada, 10 minutos haciendo y tomando café, 7 minutos lavándome los dientes, 5 minutos dándole de comer a Mailo y esperando a que termine, 5 minutos recogiendo el popó de mi gata, 30 minutos sacando a pasear a Mailo… Todo para salir de casa a más tardar a las 6:15 y así llegar temprano.

¿Por qué no sonó la alarma? ¿Por qué, si puse exactamente cinco alarmas? Una a las 3:30, otra a las 3:31, otra a las 3:32, otra a las 3:34 y otra a las 3:35. Obviamente, a las 3:33 no, porque a esa hora… no sé, simplemente es una hora rara.

Me despierto y busco el celular entre la almohada. No lo encuentro. ¿Será que algún duende vino y se lo llevó? Bueno, no importa, solo sé que ya es tarde porque un rayo de luz me despertó y se supone que amanece a las 6:02. Eso significa que solo tengo 22 minutos exactos para salir de casa.

Me levanto y trato de hacer todo más rápido. Como no encuentro el celular, me puedo saltar ese paso. Plan de emergencia activado: 2 minutos acariciando a Temis (lo hago muy rápido y me rasguña), 3 minutos en la ducha (solo hay tiempo para lavar mis partes intimas), 2 minutos mirándome al espejo (los gordos tendrán que esperar), 2 minutos eligiendo ropa (la de ayer no está tan sucia), 2 minutos recalentando el café que sobró de anoche en el microondas, 2 minutos lavándome los dientes (un chicle después no quedaría nada mal), 2 minutos dándole de comer a Mailo, 2 minutos recogiendo el popó de Temis, 3 minutos sacando a Mailo (el pobre solo alcanzó a hacer chichí en el poste de enfrente).

Corro a mi cuarto para buscar el celular, porque no me puedo ir sin él. Subo las escaleras y, de repente, empieza a sonar una alarma. ¿Qué? Llego a mi cuarto y el sonido se intensifica. Encuentro el celular y apago la alarma, dándome cuenta de que…

Hasta ahora son las 3:30 de la mañana.

Olvidé que acá en Alaska estamos con 6 meses de sol. No podría iniciar el día peor… o ¿mejor?. Este tipo de circunstancias son las que me hacen recordar que el humor es una herramienta perfecta para la supervivencia, sin él, la vida sería un suceso de frustraciones. Si la vida es una broma, entonces el humor es la única herramienta para no tomarla demasiado en serio. Según Freud, el humor es la contracara de fenómenos interesantes de las incongruencias de nuestras expectativas epistemológicas, es decir, que cuando nos damos cuenta que el mundo no tiene sentido, lo mejor que podemos hacer es reírnos. 

Alguien ha dicho, que nuestra relación con el humor, es la del hombre primitivo con las estrellas, saben que existen, pero no saben en qué consisten.  Lo mismo pasa con la comedia, sabemos cuando algo nos causa gracia, pero explicar las razones, es un poco dificil, o quizás, es algo que va relacionado con el giro del suceso; como cuando una persona desconocida se golpea la cara con una puerta de vidrio que no había visto, es muy probable que nos parezca gracioso en un comienzo, pues fue una sorpresa, nadie sabía, o de pronto inconscientemente sentimos superioridad, pues nosotros ya habíamos visto esa puerta antes y él no, ja, que tonto. Pero si de repente esa persona queda noqueada en el piso con la cara ensangrentada, ya no es chistoso, hace un giro inmediato y se vuelve trágico, el contexto cambia y lo extracotidiano, se convierte en sufrimiento real, ya se vuelve una emergencia. La risa queda paralizada y se convierte en crisis. 

Platón consideraba que el humor surge de una extraña mezcla entre el placer y el dolor, ya que normalmente nos reímos cuando alguien está haciendo el ridículo, pero en general, esa risa no es del todo inocente, así como mencione anteriormente, esta risa tiene un componente de superioridad, y para Platón, esto es es un problema, porque quiere decir que la comedia se alimenta de la ignorancia y de la torpeza ajena.

Hasta cierto punto, el humor no es siempre cruel. En muchas ocasiones, lo que nos hace reír es el absurdo mismo de la situación, el hecho de que algo inesperado interrumpa la normalidad de forma “cómica”.  El ver a un perro perseguir su cola por primera vez, causa gracia, pero no es malintencionada. A pesar de que el perro logre alcanzar su cola y se la muerda muy duro, las risas van acompañadas de inocencia, lo que lleva a reconocer que el humor puede tener diferentes matices y no siempre tener un resultado negativo. 

A pesar de que Platón veía la comedia con recelo, por su capacidad para fomentar la burla y la ignorancia, también logra percatarse de que sin lo ridículo, es difícil comprender lo serio, ya que, la risa, después de todo, nos ayuda a procesar las contradicciones de la vida y nos permite ver las cosas desde una nueva perspectiva. 

Según Kant, el humor es una forma de ingenio que nos permite ver las cosas al revés, pero con un poco de lucidez, es decir, que no es simplemente reírse de lo absurdo y ya, sino que hay una lógica detrás de la “locura”.  La diferencia clave, está entre el juicio y el ingenio. Como cuando éramos pequeños y algún amiguito llegaba con una idea para hacer una travesura, dentro, encontramos el juicio que es el temor a meternos en problemas, pero al mismo tiempo entra el ingenio que es la curiosidad del resultado final de la travesura, lo que posiblemente desencadenará en risas por haber logrado lo cometido, hasta el momento del descubrimiento, que posiblemente terminará en algún castigo. 

El humor nos permite jugar con la realidad sin romperla, convirtiendo lo despreciable en algo aún más despreciable llevándolo al extremo de la risa, en vez del llanto, lo que nos lleva a encontrar que la ironía y la sátira también son herramientas para lidiar con lo absurdo del mundo.

Kant, veía el humor como un mecanismo que rompe la rutina y desafía nuestras expectativas, pero sin dejar de lado la estructura que ya hemos marcado en ella, es decir, que el humor nos permite ver las cosas desde una perspectiva diferente, pero eso no quiere decir que destruyamos por completo nuestro sistema de creencias, simplemente es una sorpresa que se generó en el camino. Por ejemplo, en Colombia normalmente hacemos chistes acerca de la política, pero eso no quiere decir que vaya a existir algún cambio en ella, al contrario, nos permite sobrellevar lo que de otra forma sería frustrante o inaguantable. 

La comedia ha sido vista como una herramienta purificadora de sentimientos, que nos permite liberar tensiones y ver la vida con otra perspectiva. Es la capacidad de poner patas arriba todas las cosas, para luego, volverlas a poner en su sitio. De alguna u otra manera, es como la vida misma: un caos impredecible, lleno de momentos incómodos y situaciones absurdas, que, con suficiente distancia, terminan siendo anécdotas de vida. 

Freud relacionaba el humor como un “mecanismo de defensa”, es decir, que en vez de quedarnos angustiados por algo que nos molesta, lo transformamos en un chiste. En ese sentido, el humor nos ayuda a sobrellevar la realidad sin que esta nos aplaste. Como en el relato del principio, existen dos opciones, la primera, reírse y ver que hay dos horas más de tiempo para hacer todo lo que falta, o sentarse a gritar y llorar de la rabia por lo sucedido. 

Desde tiempos inmemorables, los seres humanos hemos usado la comedia para entrenarnos en la vergüenza pública y el fracaso social. La risa, es en cierto modo, la manera nuestra de decir, bueno, aunque sea tengo una buena historia que contar. El humor es ese ingenioso mecanismo que nos mantiene a flote en el océano de lo absurdo. Nos vacuna frente al sufrimiento serio permitiendo que nos riamos de nuestras desgracias menores, nos ayuda a superar momentos difíciles, a lidiar con el fracaso y a encontrar sentido en la incoherencia del mundo. Al final, el humor nos recuerda que la vida no es una ecuación con una única respuesta correcta, sino un enredo de experiencias inesperadas que, con el enfoque adecuado, pueden transformarse en risas compartidas. 

 

Referentes:

  • Bilbao-Ruiz, J. (2023). Comedia y humor en los escolios de Aristófanes: γέλως y κωμῳδία Cuadernos de Filología Clásica. Estudios e indoeuropeos. https://revistas.ucm.es/index.php/CFCG/article/view/82563 
  • Freud, S. (1927). El Humor. En Obras completas. (Vol. XXI). Amorrortu Editores. 
  • Kant, I. (1790). Crítica del juicio (S.R. Alberti, Trad.). Buenos Aires: Losada. (Obra original publicada en 1790).

Narración de Investigación